viernes, 9 de septiembre de 2011

Pez

Me gusta tu pez,
en donde lo dejas nadar.
Flamea como si estuviera en el aire
y no le hace falta respirar.
                                    
Sus ojos grandes, gelatinosos, brillan en la oscuridad.
Te lo pediría prestado pero sé que no me lo vas a prestar.

No tiene nombre, eso no importa, su presencia es la esencia.
Me gusta tanto tu pez que te lo robaría en un segundo,
aunque preferiría cien veces que me lo regales vos.

Merodea en el mar dejando ondas de sonido,
sonidos que piden permiso.
Con sus huesos tan frágiles,
con una caricia mía lo lastimaría,
aunque antes que lo lastime otro, lo lastimaría yo.




martim

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