miércoles, 6 de abril de 2011

Dinner at eight

Ya es de noche, hay una luna preciosa, blanca y brillante que baña de luz toda la ciudad, hace frio y se acercan nubes anunciando tal vez alguna precipitación.
El cansancio del doctor se le nota en la cara a simple vista, habrá tenido un día bastante duro.  Entra a trabajar a las ocho de la mañana y sale a las 5 de la tarde.
 Son las ocho de la noche, él se sienta como todos los días a cenar, ya es una costumbre  que cene temprano, siempre a las ocho, es muy puntual. Llega del hospital, se cambia de ropa, se da una ducha espumante y relajante; después se dispone a cocinar.
Está vestido con unas pantuflas  blancas de  algodón muy cómodas, un pantalón negro con una tela muy suave, una camisa blanca, obviamente de marca ya que el doctor es muy selectivo con su ropa, a pesar de  estar  un poco viejita  se conserva muy bien; está un poco manchada en la parte de la manga de su brazo derecho, es  salsa, supongo que se habrá manchado cuando estaba cocinando su bistec con papas.
La comida ya está lista, servida en el plato y por lo que veo está muy apetitosa, no tengo ninguna duda que no lo esté porque él cocina muy bien, desde chico siempre le gustó cocinar,  siempre  ayudaba a su madre en la cocina, también se memorizaba todas las recetas que élla hacía, iba a hacer las compras y soñaba con algún día ser un buen chef, cuando  cocinaba con su madre  siempre se ponía un gorrito alto, blanco de cocinero.
El doctor ahora vive solo, en un departamento hermoso y grande  que está muy bien decorado, tiene muy buenos gustos. En el living tiene unos sillones grandes de cuero negro, muy cómodos, hay unas lámparas de formas muy raras que no iluminan mucho pero le da un toque de elegancia, tiene un televisor plasma conectado a un sistema de sonido de última generación ya que le encanta la música, sobre todo durante la del periodo romanticismo, al costado tiene ubicada una bonita biblioteca llena de libros de medicina, literatura universal, filosofía y astronomía de todo el mundo. El piso esta alfombrado, es de color blanco, limpio como siempre suele estarlo ya que el doctor se ocupa todos los días de pasar la aspiradora, es un poco obsesivo con la limpieza. El mueble de la biblioteca donde en el medio también está ubicada la televisión, está  reluciente, no tienen ni un gramo de polvo. Todo el departamento entero está muy limpio y ordenado. Las paredes están pintadas de blanco como el algodón, donde se posan unos cuadros impresionistas muy lindos y refinados, uno de ellos es de Claude Monet, famoso pintor francés impresionista, se ve a unos pescadores en sus barcos con una hermosa alba, el rojo sol se refleja bellísimamente en el  rio.
En esta cena de las ocho lo noto al doctor algo tranquilo, relajado, sin preocupaciones, aunque con el cansancio diario y normal, sentado a la mesa; su plato esta encima de un individual con unos dibujitos de elementos de cocina, los cubiertos que están al lado del plato son de plata antigua, también puso arriba del plato a pocos centímetros una copa  ancha de cristal de murano, en el borde de la misma brillan unos hilos dorados.
 Para su cena de hoy, colocó un vino muy fino que guardaba desde aquella vez que vacacionó en Francia, es una botella bastante protuberante así que no creo que termine de tomarlo todo.
Me confunde tanto preparativo, parece una cena especial, no entiendo bien por qué, si hoy es un día de semana, el doctor mañana tiene que levantarse muy temprano, la verdad  no se bien, tal vez el doctor quiere darse un gustito nomas.
La vida del doctor, se volvió bastante rutinaria, pesada y aburrida después que se separó de su novia, se nota en sus ojos su infelicidad. Ella era dulce, cariñosa, compañera, simpática y muy linda, tenía unos ojos verdes hermosos muy llamativos, un cuerpo muy estilizado, ya que iba seguido  al gimnasio, unos labios carnosos y una hermosa cabellera castaña clara.
Me acuerdo que los dos se acostaban en el gran sillón donde cabían cómodamente, y abrazados miraban películas románticas, de drama y de suspenso, pero las que más les gustaban  eran las románticas. A la noche, todos los fines de semana y algunos pocos días de semana también, salían a comer a esos restaurantes lujosos. En sus caras se les notaba profundamente el enamoramiento que sentían, caminaban contentos por las calles, siempre se decían uno al otro que se amaban, lo repetían una y otra vez, seguido de largos besos. Daba la sensación de que fueron nacidos uno para el otro, es más, vivían mandándose mensajes de textos y en los ratos libres el doctor la llamaba para preguntarle como estaba, que hacía, si lo extrañaba, que la amaba, esas cosas que se dicen dos personas enamoradas. Una de las cosas que no puedo negar era de que era muy caballero con élla, siempre hacia cosas para hacerla sentir bien. Fue trágico y triste verlos cuando se separaron, muy lastimados sentimentalmente quedaron los dos del dolor y la angustia que sentían era muy predecible cuando alguien los veía.
En realidad no se bien fue lo que paso, cuál fue el motivo, después a ella no la vi más, nunca más entro al departamento, ni siquiera quedaron como amigos, así que tuvo que ser algo muy delicado.
El doctor  decide finalmente empezar a comer, primero baja la cabeza, junta las manos y pide a Dios que bendiga la cena, después se acomoda la servilleta enganchándola con la camisa en su cuello, todavía se siente el aroma exquisito de la comida; toma su tenedor, pincha la carne, que fácilmente entra, después toma el cuchillo y empieza a cortarla en trozos chiquitos, se mete el primer bocado en la boca y con énfasis expresa una mueca de satisfacción, sigue comiendo  acompañándolas con las papas que están bien doradas, después se detiene, se limpia la boca con su servilleta y prueba su sofisticado vino que también le parece  muy sabroso. Come callado, de manera muy elocuente y educada. Siempre fue fino a la hora de comer.
De pronto un corte de luz lo sorprende mientras saboreaba uno de sus bocados, se queda inmóvil por un rato, después se para y dice: -de ninguna manera un corte de luz me va a arruinar esta maravillosa cena.
 Entonces va a buscar cuidadosamente, para no golpearse, un par de velas que tenía en un cajón del living, mete la mano en su bolsillo izquierdo, saca un encendedor, las prende, alumbrándose busca algo donde apoyarlas, encuentra unos ceniceros chiquitos en el cajón de su mesita de luz, entonces vuelve a la mesa, coloca los ceniceros en ella cerca de su plato, a unos pocos centímetros, con las velas encendidas, se sienta y continua comiendo.
Ya casi terminando de comer sus últimos bocados,  su botella de vino está mucho menos de la mitad de llena, lo cual me sorprende, sus últimos bocados los disfruta de una manera estrepitosa, luego agarra la botella, la vuelca completamente en su copa de boca ancha, la toma con el dedo meñique y anular, y la vacía en un instante en su boca. Después con el tenedor pincha el ultimo bocadillo de carne que le quedo último en el plato, lo lleva suavemente a su boca, lo saborea mucho y corta un pequeño trozo de pancito, lo sumerge en la salsa que le quedo en el plato y finalmente se lo come.
Al parecer el doctor quedó satisfecho, complacido por la cena; se limpia la boca con la servilleta, luego la apoya en la mesa,  emite una pequeña, y macabra risa y luego dice: -Hoy fue un día especial, es una perfecta noche, con una luna llena, con una perfecta cena, la carne al final me salió muy sabrosa, de verdad no creí que iba a saber tan exquisita,
 Humm…. por un lado me da pena, ella era tan dulce y hermosa, pero a mí nadie me rompe el corazón!.



martim

1 comentario:

  1. Martim pude sentir cada acto a la perfeccion gracias a la clara y dinamica descripcion, muy bueno!

    http://www.gretaenalgunlugar@blogspot.com

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